Cristina Peri Rossi
Este es el
título de la más reciente muestra de literatura uruguaya publicada en España;
la recopilación ha sido realizada y publicada por el equipo de la revista
Malabia (la revista se edita en Internet) y comprende poesía y relatos. Esta
combinación puede resultar insólita en nuestro país, pero es bastante frecuente
en América Latina, donde son los dos géneros preferidos por autores y por
escritores. En una de sus últimas conferencias, en Madrid, Mario Vargas Llosa,
antes de recibir el Nobel, declaraba que la poesía era su género preferido,
pero que no era un buen poeta; algo equivalente a lo que siempre sostuvo Julio
Cortázar, que sí publicó algunos poemas, especialmente en uno de sus últimos
libros, Salvo el crepúsculo. Consideraba que
la poesía era el género por excelencia de la literatura, del mismo modo que
William Faulkner confesaba que era novelista porque no tenía talento suficiente
como para ser buen poeta. Ni talento, ni oído, porque la poesía es música,
también.
Islandia es el país con más escritores por quilómetro cuadrado de
Europa: uno de cada diez islandeses publicará un libro a lo largo de su vida, y
cada islandés lee cuarenta volúmenes por año. Nadie sabe si esta propensión a
la literatura les viene del frío clima que obliga a estar adentro mucho tiempo,
o es una herencia de sus antepasados, los prosistas islandeses que escribieron Las Sagas islandesas, tan admiradas por
Jorge L. Borges (a quien invitaron a conocer Islandia, y fue), consideradas la
primera forma de novela (fueron escritas en el siglo XII). Siendo un país tan pequeño, cuenta, sin embargo, con un Premio Nobel, el
novelista Haldór Laxness, autor de las
novelas Gente independiente, entre
otras, a quien leí de joven, en las primeras traducciones de sus libros que se
hicieron en Argentina.
En América Latina, el
país con más escritores por quilómetro cuadrado es Uruguay. Como Islandia, es
un pequeño país, pero tiene un alto nivel cultural y una excelente educación
pública (laica, gratuita y obligatoria).
Uruguay exporta cerebros como otros exportan piezas de automóvil, acero
o naranjas. El país ha sido falsamente llamado
En el año 1978 fui invitada a Suecia, donde se habían exiliado
muchos compatriotas (fue el país europeo más generoso en la protección a los
perseguidos políticos de las dictaduras del Cono Sur). Entonces, presidía
No encontré una respuesta satisfactoria a la pregunta de Artur
Lundkvist y sigo sin encontrarla.
El año pasado España
celebró con una serie de actos y publicaciones los cien años del nacimiento de
uno de los escritores uruguayos más conocidos, Juan C. Onetti; fue el mismo año
de la muerte de otro escritor uruguayo que como aquél, vivió exiliado un tiempo
en España: Mario Benedetti. Pero no son los únicos conocidos, además de quien
suscribe, escritora y mujer. Pocos dudan de que el comienzo de la literatura
fantástica contemporánea en castellano se debe a los raros, insólitos relatos
del uruguayo Felisberto Hernández, editado por mí en España, en Lumen, en los primeros años setenta y luego reeditado
por Siruela, con poca fortuna, en ambos casos: Felisberto es un escritor de
culto, y escritor de culto es escritor oculto. Es verdad que ya nadie reedita
fuera de Uruguay a la poeta más importante del modernismo, la inagotable Juana
de Ibarbourou (admirada por Juan Ramón Jiménez, bautizada como Juana de América
y propuesta al Premio Nobel), igual que ocurre con Delmira Agustini y con Idea
Vilariño, poeta de la cual, sin embargo, hay una edición relativamente reciente
en Lumen, de Barcelona. Porque otra de las características singulares de
Uruguay es la abundancia de escritoras. En poesía, en narrativa, en dramaturgia
las mujeres han escrito mucho y bien en el país en el que nací.
La antología que ha
realizado ahora Malabia está compuesta por catorce hombres y ocho mujeres. Como
dije, la selección incluye relatos y poemas, los dos géneros preferidos por
autores y lectores y reúne textos de aquellos que permanecieron en el país
durante la dictadura y otros que tuvieron que irse. Pero no hace una distinción
entre ambos grupos. A todos los seleccionados se les ha otorgado la misma
cantidad de espacio, y es un lujo para el lector leer a autores tan diferentes
cuyos únicos rasgos comunes parecen ser el amor por la poesía y por el relato,
dos géneros cuyo paralelismo estableció de manera definitiva Edgar A. Poe.
En este caso, los
árboles no tapan el bosque; quietos, esos árboles van de los versos transparentes
de
En narrativa, esta antología de literatura uruguaya revela dos
clarísimas influencias: la del existencialismo amargo, desolado, escéptico de
Juan C. Onetti (más leído desde que se exilió que cuando vivía en Uruguay) y su
admirable prosa y la línea de literatura fantástica (y no surrealista) heredera
del Conde de Lautreaumont (el Rimbaud uruguayo) y de Felisberto Hernández que ha hecho escuela (no sólo influyó en Julio
Cortázar o en García Márquez, como ambos confesaron, sino en escritores tan
distantes como Italo Calvino o Giorgio Manganelli).
Una literatura viva,
diversa, tenaz, con registros diferentes que adentro o fuera de fronteras (las
fronteras del arte y de la literatura son imaginarias, como lo demostraron
Homero, Virgilio, Dante, Shakespeare, Cervantes o Pablo Neruda) teje su bosque,
su telar a partir del eterno enigma, el hombre y su destino final, la muerte.