ATALAYA ORIENTAL  / Muestra de Literatura Uruguaya

A comienzos de 2018 se publicó en España El faro de arena, una muestra de literatura uruguaya contemporánea a cargo del escritor Federico Nogara. Fue editada por Casa de Uruguay en Barcelona, una asociación sin fines de lucro fundada en 1978 y abocada desde entonces a la difusión de la cultura de nuestro país. La publicación cuenta con un antecedente: Los árboles sin bosque (2010), que bajo la curaduría del escritor Héctor Rosales recogía textos de importantes exponentes del parnaso oriental; en aquella ocasión el gran acierto estuvo en reunir a autores de la talla de Amanda Berenguer o Circe Maia con otros de menor visibilidad (aunque no por eso menos importantes), como Enrique Bacci o Roberto Genta.
Con El faro de arena el lector español terminará de conformarse un panorama más o menos fiel de lo que viene pasando en la literatura uruguaya de las últimas décadas.
Quince son los escritores elegidos para formar parte de esta muestra: Hugo Achugar, Guillermo Álvarez Castro, Claudia Amengual, Jorge Arbeleche, Horacio Cavallo, Verónica D’Auria, Sabela de Tezanos, Gustavo Espinosa, Mercedes Estramil, Sylvia Lago, Claudia Magliano, Ricardo Pallares, Marisa Silva, Ida Vitale y Gustavo Wojciechowski. Y los géneros representados son cuento y poesía, tanto en modalidad édita como inédita.

El prólogo de Federico Nogara comienza problematizando la idea de identidad nacional y continúa con un apretadísimo repaso histórico-literario que va desde Bartolomé Hidalgo hasta Mario Benedetti y Eduardo Galeano (en el medio hay lugar para disquisiciones sobre el capitalismo y la noción de industria cultural). En este sentido quizá hubiera sido conveniente un trabajo menos abarcativo y más sistemático, que funcionara como una guía para el lector menos avisado en el tema. Hacia el final Nogara hace el deslinde -no del todo claro- entre muestra y antología, señalando que esta última “es la elección de una serie de textos con un fin concreto”, para agregar que “cuando se dice ‘de antología’ nos estamos refiriendo a algo magnífico”; la muestra, por su parte, apunta el prologuista, “no maneja ninguna idea predeterminada”.
Entre los puntos de relieve de la selección se destacan los poemas de “Lo personal no importa”, libro inédito de Hugo Achugar que esboza un lirismo de pérdidas dolorosas y ciertas reminiscencias en el tono que evocan momentos de la poesía de César Vallejo.
También deben destacarse los poemas con aire tanguero de El revés asombrado de la ocarina, de Horacio Cavallo -nacido en 1977, es el más joven de la muestra-, así como los de la reciente ganadora del premio Cervantes, Ida Vitale, por mencionar algunos ejemplos.
En cuanto a la narrativa, la publicación recoge dos piezas magistrales que merecen una atención especial: “Tapir revisitado”, de Gustavo Espinosa, y, sobre todo, “Caribe oriental”, de Mercedes Estramil.
“Tapir revisitado” es una buena puerta de entrada al universo narrativo del escritor olimareño. El relato narra la historia de A. R. Cuenca, alias “Tapir”, un excéntrico vate con un único libro publicado que luego de terminar su profesorado en la capital (que coincide con el fin de la dictadura en nuestro país) regresa a la casa de sus padres en Melo. En bares de mala muerte, entre “gauchos póstumos” y “pioneros del punk de Cerro Largo”, conoce a Victoria, una chica recién arribada al pago con la que vivirá situaciones extremas. Lente realista que se ajusta a un arrabal desmesurado de criaturas barrocas, este cuento de Espinosa refleja con fidelidad su mundo desencantado y radical.
Con una extraña mezcla de humor negro y ternura sutil, en “Caribe oriental” Mercedes Estramil cuenta los días de diciembre que una madre soltera pasa junto a sus cuatro hijos en un balneario, “para huir de la Navidad montevideana”.
En unas pocas páginas la autora se adentra en la espesura de los vínculos familiares y la incomunicación. Pero no hay melodrama existencial ni autocompasión, sí la más pura espontaneidad de un relato trabajado con maestría, que envuelve al lector en el drama sin maquillade de una madre desbordada por las demandas del diario vivir.

El faro de arena es una atalaya que permite atisbar este crisol de escrituras que es la literatura uruguaya actual. Como es natural en este tipo de publicaciones, queda la sensación de que faltan autores a esta altura imprescindibles, e incluso de que hay exponentes de una generación de escritores más jóvenes (entre los 30 y 35 años) que ya contarían con credenciales para formar parte de este conjunto. Sin embargo, ante todo hay que reconocer el aporte fundamental de Casa del Uruguay en Barcelona al generar un diálogo genuino entre lectores en distintas latitudes, incomodando así la gaveta de eso que llamamos literatura nacional.


Mathías Iguiniz